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DOLCE POSITANO
DOLCE POSITANO
Texto: Redacción - Fotografía: Dolce Positano
En la suave pendiente de Pintor Rosales, donde Madrid mira
hacia el Parque del Oeste, acaba de abrir sus puertas Dolce
Positano, un restaurante que propone algo más que una co-
mida italiana: un pequeño viaje emocional al Mediterráneo.
Con su luz tenue, sus detalles artesanales y una cocina que respira
tradición y modernidad a la vez, este nuevo proyecto convierte un
rincón de la capital en un pasaje directo a la Costa Amalfitana.
La idea nace de un sueño compartido. Roberto Castellano, napoli-
tano de nacimiento y cocinero formado en casas emblemáticas de
Nápoles, llevaba años acariciando la posibilidad de crear un espa-
cio propio. En establecimientos como Vincenzo Bellavia y Sorbillo
aprendió el pulso de la repostería y la pizza tradicionales; ya en
Madrid, formó parte del arranque de Bel Mondo y, más tarde, fue
uno de los protagonistas de la pizzería Baldoria, donde su trabajo
como chef pizzaiolo acompañó al equipo en la consecución de pre-
mios internacionales que elevaron el nombre del local entre los me-
jores de Europa. Allí coincidió con Alessandro Giovannelli, romano,
talentoso y meticuloso, compañero de fogones durante años. Jun-
tos han dado ahora el salto para abrir su primer proyecto personal.
Dolce Positano toma su nombre no solo de uno de los pueblos más
icónicos de Italia, sino de un estilo de vida: esa mezcla de elegan-
cia mediterránea, calma luminosa y deseo de disfrutar que define
a la costa italiana. En Madrid han encontrado el lugar idóneo para
trasladar ese espíritu a la mesa. Su carta parte de recetas profun-
damente italianas, pero evita los lugares comunes. Los chefs traba-
jan con un pie en la tradición y otro en la innovación, actualizando
sabores sin perder su raíz.
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