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POR LA BRETAÑA FRANCESA
,,
Íbamos con
prisa, pero nos
perdimos entre
jabones, rayas
marineras y
baldosas Art
Decó... cosas
que pasan
,,
Esas camisetas marineras
de rayas azul marino…
Mi edad me permite -algo bueno tenía
que tener- recordar la famosa película
de Jean-Luc Godard, Contempt, pro-
tagonizada por una explosiva Brigitte
Bardot que vestía esa camiseta mari-
nera con rayas azul marino que, si se
volvió viral en aquel entonces, no ha
dejado de serlo, como bien venden
algunas de las tiendas más conocidas
de Rennes, entre ellas la de Saint-Ja-
mes.
Y hablando de lo guapa que estaba
la Bardot en el film, Rennes también
destaca por sus productos de belleza,
a los que caímos rendidas ¿Cómo no
comprar los productos naturales de
Ma Kibell, confeccionados con hierbas
artesanales? Por último, entramos en
una zapatería en la que daba miedo
pisar su bello suelo de baldosas Art
Decó, obra de Isidore Odorico, oriun-
do de Rennes, cuya huella se observa
por toda la ciudad, especialmente en
el barrio La Pequeña California, donde
está la que fue su casa, un ejemplo oní-
rico de su arte, especialmente el cuarto
de baño; para quedarse a vivir en él.
Perdidas en el paraíso
terrenal
Seguimos ruta, una conducía, la
otra cantaba el GPS, hasta que de
pronto brotaron gallos de la gargan-
ta, cuando entre campos fértiles y
casas de cuento, nos dimos cuenta
de que nos habíamos perdido. El es-
cenario era sublime y no nos impor-
tó nada, a pesar de que teníamos la
presencia etérea de quien nos con-
trolaba los tiempos desde Rennes,
como bien exigía el trabajo. Casas
campestres de la revista El Mueble
con las que todos hemos soñado
alguna vez, jardines impecables, la
charcutería para llevárselo todo, las
campanas de la iglesia tañendo a
ritmo acompasado y la gente, a lo
“Show de Truman”, aparentemente
felicísima. Entre tamaña hermosu-
ra, para cuando nos dimos cuenta,
no teníamos ni la menor idea de
nuestro paradero. Estudiamos con
atención las indicaciones del GPS, y
poco a poco, tras muchas risas, fo-
tos y conjeturas absurdas, volvimos
al buen camino y llegamos a un pue-
blo bellísimo, de esos que parecen
pintados a mano.
Calle Jerzual de Dinan
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