Page 90 - Traveling 71
P. 90

POR LA BRETAÑA FRANCESA
Placa conmemorativa de Saint Malo a su hijo
François-René de Chateaubriand
darse un benefactor baño en la pla-
ya de Bon Secours o visitar en el
islote de enfrente la tumba del es-
critor François René Chateaubriand,
a quien debemos su enorme obra y
el delicioso filete que cogió su nom-
bre, gracias al corte que su cocine-
ro Montmirel, hacía especialmente
para él.
A la cama sin cenar
Sin embargo, con las prisas del pro-
grama, no tuvimos tiempo de comer
ningún “chateaubriand,” y seguimos
con la conducción, esta vez era yo
la copiloto, muertas de hambre. El
siguiente destino era un hotelito en
la bucólica zona del Cabo de Fréhel,
alfombrado por aliagas y brezo. Las
fotos se hacían solas mientras el es-
tómago rugía. Teníamos prevista la
cena para las nueve, y no llegába-
mos, con lo que a mi se me ocurrió
una de mis geniales ideas. “Voy a
llamar al restaurante del hotel, les
digo lo que queremos del menú y
llegamos a mantel puesto sin mo-
lestar a nadie”. Todavía me llevo las
manos a la cabeza al recordar como
el número del teléfono marcado en
cuestión, no respondía al restauran-
te mencionado, sino a una persona
de Rennes encargada del viaje, que
lógicamente me contestó que ella no
era ninguna recepcionista y no pen-
saba coger la comanda. El caso es
que al llegar al Hôtel de Diane, en
Fréhel, a pocos metros de la playa
de Sables dór Les Pins, no hubo
ningún problema, cenamos de ma-
ravilla, sin agobios, y bridamos por
un viaje lleno de belleza, y risas, mu-
chas risas.
¿Pájaros en la cabeza?
Y para terminar este relato que siem-
pre me abrirá la sonrisa al recordar-
lo, me situaré en el escenario de Di-
nard, vestido con maravillosas casas
Belle Epoque, donde cada otoño se
celebra el Festival de Cine Británico y
donde nos recibe la estatua de Alfred
Hitchcock rodeado de Pájaros en ho-
nor a su película homónima, que a mi
me hizo sudar muchas noches, es-
conderme bajo las sábanas, y perder
parte de mi simpatía por las aves.
El final de la excursión fue, siguien-
do los consejos de mi compañera de
venturas en Bretaña, probar el agua
del mar, pues dice ella, no se puede
ver ningún mar sin testar sus benefi-
ciosas aguas.
Playas y palacetes de Dinard
90 -

































   88   89   90   91   92