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LA RINCONADA DE LORENZO
1.- Ensalada de conejo en escabeche
2.- Lorencito
3 Pasillo hacia la sala interior
4.- Imagen de la sala
5.- Pierna de ternasco asada
6.- Borrajas con almejas
7.- Homenaje a los productos
de Aragón
Le siguen otros grandes clásicos: migas con ja-
món y uva —plato humilde, festivo, que resume la
esencia rural de Aragón—, borrajas con almejas en
salsa verde, bacalao al chilindrón, conejo escabe-
chado y pollo al chilindrón, recientemente homena-
jeado, que aquí se prepara con pulcritud y mimo,
siguiendo la receta familiar.
Hay entrantes de temporada —alcachofas, cardo,
ensaladas con escabeches suaves— y sugerencias
diarias en función de lo que ofrece el mercado. La
mayoría de los ingredientes proceden de proveedo-
res locales: verduras de la ribera del Ebro, aceites
de Bajo Aragón, ternasco I.G.P. y embutidos arte-
sanos.
Los postres, caseros y honestos, ponen el broche
final: arroz con leche, melocotón al vino, flan de hue-
vo o un helado de higos con guirlache que recupera
el sabor de las antiguas meriendas aragonesas.
Un lugar donde el tiempo se detiene
Comer en La Rinconada es viajar a otra época sin re-
nunciar al presente. El ritmo es pausado, los platos
llegan en su punto justo, y el comensal tiene la sen-
sación de estar en casa de unos parientes lejanos, de
esos que siempre te reciben con una mesa puesta, un
mantel limpio y una historia que contar entre plato y pla-
to. En cada rincón del restaurante, el ambiente invita a la
conversación tranquila, a saborear sin prisa y a disfru-
tar de la hospitalidad sincera que sólo se encuentra en
los hogares donde la tradición nunca se ha perdido.
El ambiente es familiar, sin imposturas, pero el nivel de
la cocina y la bodega está a la altura de los mejores
restaurantes de Zaragoza.
Durante medio siglo, La Rinconada de Lorenzo ha
sobrevivido a modas, crisis y revoluciones gastronómi-
cas. Su secreto: no haber perdido nunca el contacto
con la tierra ni con la memoria.
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