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Entre desierto y dinastías
Ningxia no es solo un lugar de vinos contempo-
ráneos, es también tierra de historia milenaria.
Fue paso de caravanas de la Ruta de la Seda y
escenario de los esplendores y caídas de dinas-
tías chinas. La región fue tumba de emperadores
de la dinastía Xia Occidental (siglo XI–XIII), cuyo
mausoleo aún vigila la planicie con montículos
piramidales que recuerdan a los túmulos de Asia
Central. Esa misma imagen funeraria se repite
hoy cada otoño, cuando el paisaje vitícola se
transforma en una necrópolis vegetal: tractores
y cuadrillas de trabajadores se afanan en cubrir
con tierra los sarmientos, construyendo cordo-
nes de arena que ocultan millones de cepas
hasta la primavera.
Las gélidas temperaturas invernales de Ningxia
son capaces de congelar el sistema vascular de
las vides y reventar sus tejidos internos, lo que
supondría la muerte de la planta. Los métodos
tradicionales de protección antiheladas resultan
inútiles en un territorio donde los termómetros
descienden con frecuencia a –20 °C o incluso
–25 °C, valores impensables en la mayoría de
regiones vitícolas del mundo.
En regiones como Niágara Península (Canadá)
o en algunas del norte de Estados Unidos como
los Finger Lakes en Nueva York, se alcanzan
fríos también mortales para la vid, pero allí la
capa de nieve acumulada actúa como un manto
aislante que protege a las viñas del daño estruc-
tural. Los viñedos de Ontario, por ejemplo, pue-
den soportar mínimas extremas porque la nieve
ENOTURISMO
Catas en bodega (Concours Mondial de Bruxelles)
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