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PUEBLOS CON ENCANTO
Reproducción de las pinturas en la Neocueva de Altamira
El conjunto del Museo de Altamira se ar-
ticula como una prolongación del paisaje.
Su arquitectura, sobria y enterrada parcial-
mente, respeta el entorno y permite una vi-
sita que va mucho más allá del espectáculo
visual. Paneles didácticos, proyecciones y
piezas originales contextualizan la vida de
los cazadores-recolectores que habitaron
la zona. No se trata solo de ver bisontes:
se trata de entender cómo se vestían, qué
comían, cómo cazaban, cómo se relaciona-
ban con el entorno.
La visita a Altamira encuentra su prólogo
perfecto en el paseo por Santillana del
Mar. Pocas localidades han conservado
tan íntegro su carácter. La villa gira en tor-
no a la Colegiata de Santa Juliana, joya
románica del siglo XII, cuyo claustro invita
al silencio. A su alrededor, calles empedra-
das donde se suceden casas solariegas
con escudos en las fachadas, balcones de
madera y soportales donde parece que el
tiempo se ha hecho piedra.
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