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CATARATAS DEL NIAGÁRA
Goat Island, la mayor de todas, ofrece uno de los pun-
tos más sobrecogedores: Terrapin Point. Desde allí,
uno se coloca al filo de las Horseshoe Falls —la gran
catarata en forma de herradura— y contempla cómo la
inmensa masa de agua se desploma en vertical con un
estruendo casi hipnótico. Durante unos segundos se di-
fuminan las fronteras entre observar y participar: no se
trata de ver, sino de sentir cómo la tierra tiembla bajo
los pies y cómo el aire húmedo golpea el rostro.
Terrapin Point y la historia del paisaje
Este mirador tiene, además, una historia singular. A co-
mienzos del siglo XIX, los hermanos Porter construye-
ron un puente de madera para acceder a los Terrapin
Rocks, un conjunto de rocas que se adentraban en el
río. Más tarde levantaron allí una especie de torre-faro
que atrajo la curiosidad de los visitantes, pero también
críticas por alterar la belleza natural. En 1873, aquella
construcción fue demolida. A mediados del siglo XX
se hicieron nuevos trabajos de relleno y consolidación
que ampliaron la superficie de observación.
El resultado actual es un balcón abierto sobre el abis-
mo, desde donde la magnitud de las Horseshoe Falls se
percibe sin intermediarios.
La Cueva de los Vientos
Entre las experiencias más intensas del lado estadouni-
dense destaca la llamada Cave of the Winds. Se acce-
de descendiendo en ascensor más de cincuenta metros
hasta la base de la Bridal Veil Falls. Allí comienza un
recorrido de pasarelas de madera que conducen al visi-
tante hasta el llamado Hurricane Deck, un punto donde
la fuerza del agua y el viento son tales que resulta im-
posible mantenerse seco. Es como caminar dentro de
la propia catarata: un estrépito continuo, una nube de
vapor y la certeza de estar a escasos metros de un to-
rrente incontenible.
Esta atracción no es un artificio turístico, sino una oportuni-
dad para comprender físicamente el poder del Niágara. La
madera de las pasarelas se desmonta cada invierno y se
vuelve a instalar en primavera, siguiendo una tradición que
refuerza el vínculo entre el río y la comunidad que lo rodea.
El panorama majestuoso de las cataratas americanas desde su cima
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