Page 85 - Traveling 71
P. 85
“Waltz into Space”:
Viena y la ESA corrigen el rumbo
Han pasado 47 años y ese vacío acaba de ser corregi-
do. El 31 de mayo de 2025, gracias a la colaboración
entre la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Oficina de
Turismo de Viena, se puso en marcha la misión “Waltz
into Space”. La fecha no es casual: coincide con el bi-
centenario del nacimiento de Johann Strauss hijo y con
el 50 aniversario de la ESA. Dos aniversarios para un
solo acto de justicia cultural.
El Museo de Artes Aplicadas de Viena acogió un con-
cierto excepcional. La Wiener Symphoniker, bajo la ba-
tuta de Petr Popelka, interpretó “El Danubio Azul” ante
un público expectante. Pero el verdadero auditorio es-
taba mucho más lejos. El sonido viajó en tiempo real
hasta la antena de espacio profundo DSA 2 de la ESA,
situada en Cebreros, España. Desde allí, convertido en
una onda electromagnética, el vals fue lanzado al cos-
mos a la velocidad de la luz, rumbo a la Voyager 1, que
surca el espacio interestelar a unos 25.000 millones de
kilómetros de la Tierra.
En aproximadamente unas 23 horas alcanzó la sonda,
y aunque no hay quien escuche música en el vacío, el
gesto tiene un valor indiscutible. La humanidad, por fin,
ha corregido su mensaje a las estrellas, incluyendo una
de sus melodías más queridas y reconocibles.
CULTURA EN ÓRBITA
El vals de todos
La iniciativa fue, además, participativa. Gracias al proyecto
“SpaceNotes”, miles de personas de 92 países —con espe-
cial protagonismo de España— pudieron apadrinar una de
las 13.743 notas que componen el vals. Cada padrino viaja
simbólicamente junto a la melodía, formando parte de este
singular viaje cultural.
El acontecimiento se siguió en directo desde ciudades tan
dispares como Viena, Madrid o Nueva York. Fue más que un
acto institucional: una auténtica celebración global en la que
se abrazaron la ciencia y el arte, la memoria y la innovación.
Música para el universo
Con “Waltz into Space”, Viena y la ESA han conseguido
algo más que saldar una cuenta pendiente con la historia.
Han recordado al mundo que la música —como el propio es-
pacio— no reconoce fronteras. El Danubio Azul, compuesto
en tiempos de incertidumbre y esperanza, gira ahora sobre
sí mismo más allá de la atmósfera terrestre, enlazando a la
humanidad con el misterio de las estrellas.
El vals, que nació para aliviar corazones en la vieja Europa,
se convierte así en embajador universal. Porque si alguna
vez alguien, en algún rincón remoto del cosmos, sintoniza
nuestra melodía, comprenderá que fuimos capaces de in-
ventar belleza, de celebrar juntos y de lanzar al espacio, con
la misma naturalidad con la que se lanza una piedra al río, la
música que mejor nos representa.
- 85