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CATEDRAL DE OVIEDO
Claustro de la Catedral
El gótico ovetense: arte, liturgia y poder
A finales del siglo XIII, Oviedo entra en una nueva etapa
constructiva. Se inicia la ampliación del templo con un
claustro gótico, y a partir de 1388, bajo el mandato del
obispo Gutierre de Toledo, comienza la gran obra de la
nave central y la fachada principal. Las obras durarán
más de dos siglos.
La nueva catedral adopta el estilo gótico flamígero, con
altos ventanales, bóvedas de crucería, rosetones y una
esbelta verticalidad. Se construyen tres naves, una girola,
capillas laterales, sacristía y un retablo mayor de transi-
ción entre el gótico tardío y el Renacimiento, obra de es-
cultores como Giralte de Bruselas y Juan de Balmaseda.
El edificio se convierte así en un templo de gran ambición,
capaz de competir en riqueza artística con las grandes ca-
tedrales castellanas. Y sin embargo, cuando uno levanta
la vista desde la plaza, la pregunta es inevitable: ¿por qué
sólo tiene una torre?
Una sola torre: ¿decisión estética o
falta de recursos?
El plan original incluía dos torres flanqueando la facha-
da principal, como era habitual en el estilo gótico. Sin
embargo, a comienzos del siglo XVI, el cabildo toma
una decisión de gran trascendencia, pero motivada: se
construirá solo una torre, la sur, que se rematará sobre
el pórtico del acceso.
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Las catedrales son el mejor ejemplo de lo que se ha
venido en llamar “arquitectura viva”; son numerosos
los años o siglos que se emplean en su construcción,
lo cual da lugar a la irrupción de nuevas tendencias ar-
tísticas, así como a que los acontecimientos históricos
de la época también condicionen la ejecución de los
proyectos originales.
Una mezcla de estas dos circunstancias fue lo que
pasó con la Catedral de Oviedo.
De 1517 a 1528 Oviedo sufrió, por este orden, una epi-
demia de peste que redujo su población a la mitad; un te-
rrible incendio; un terremoto en Avilés que afectó también
a Oviedo; y cuatro años de unas terribles inundaciones.
Además, las corrientes artísticas europeas, fundamen-
talmente Francia y Alemania, estaban optando por
catedrales con una sola torre elevada como elemento
dominante del conjunto catedralicio. Esta solución se
consideraba elegante, moderna y sobria y fue por la
que se optó.
La torre de Oviedo fue terminada en 1551, diseñada y
ejecutada por maestros como Pedro de Bueras, Pedro
de la Tijera y Juan de Cerecedo el Viejo. Alcanzaba los
80 metros de altura, rematada con una aguja que fue
sustituida tras el impacto de un rayo en 1575, recons-
truida entonces por Rodrigo Gil de Hontañón.













































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