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EJEA DE LOS CABALLEROS Y LOS PUEBLOS DE COLONIZACIÓN
Iglesia de El Salvador, románica del siglo XIII, Ejea de los Caballeros
Ejea de los Caballeros
y los Pueblos de Colonización nacidos del agua
Texto: Rosario Alonso - Fotografía: Jose A. Muñoz
En el corazón de las Cinco Villas zaragozanas, la historia del siglo XX se escribió con agua, barro y
esfuerzo. A partir de los años cincuenta, cuando el Estado franquista ejecutó finalmente el progra-
ma de modernización rural, diseñado durante la Dictadura de Miguel Primo de Rivera, a través del
Instituto Nacional de Colonización, el entorno de Ejea de los Caballeros vivió una transformación
profunda. Sobre tierras de secano que apenas daban para sobrevivir, se proyectaron canales, acequias y
pueblos nuevos, con un objetivo claro: convertir el agua en vida.
El embalse de Yesa y el Canal de las Bardenas hicieron posible lo impensable. Decenas de miles de hec-
táreas pasaron del polvo al verdor. Y en torno a Ejea —cabecera natural y administrativa— nacieron siete
núcleos de colonización: Bardenas, El Bayo, El Sabinar, Santa Anastasia, Pinsoro, Valareña y Rivas.
No fueron simples poblados, sino comunidades completas, diseñadas con criterios funcionales y sociales,
que acogieron a cientos de familias llegadas desde diversos rincones de Aragón y del resto de España.
La adjudicación de los Lotes (incluían casa y ajuar doméstico, tierras de cultivo, aperos de labranza, ani-
males de tiro y domésticos, …) se ajustaba al cumplimiento de unos estrictos requisitos: tener entre 23
y 30 años; experiencia de dos años en tareas agrícolas; estar casado y con hijos, mejor si se era familia
numerosa; saber leer y escribir; y acreditar moralidad y conductas aceptables.
Hoy, más de seis décadas después, estos pueblos siguen vivos. Conservan su estructura urbana original,
mantienen su vocación agrícola y encarnan una de las grandes gestas rurales del siglo XX español.
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