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Un comienzo entre fiordos
La travesía arranca en Flåm, un pequeño pueblo
noruego que se recuesta en la orilla interior del Aur-
landsfjord, uno de los brazos del célebre Sogne-
fjord, el fiordo más largo y profundo de Noruega
(solo superado por el Scoresby Sund de Groenlan-
dia) y uno de los más espectaculares del planeta.
Allí, entre aguas tranquilas y paredes de roca que
parecen cortar el cielo, el tren comienza su ascenso
hacia el interior. El contraste es inmediato: el so-
siego del fiordo queda atrás mientras los raíles se
adentran en un paisaje cada vez más agreste.
En la estación, los turistas se mezclan con ex-
cursionistas cargados de mochilas y ciclistas que
sueñan con descender por la carretera serpen-
teante del valle. Desde el primer movimiento de
la locomotora, todos sabemos que el espectáculo
no va a estar solo en el destino, sino en cada
kilómetro recorrido.
Una obra de ingeniería y de paciencia
El Flåmsbana, como lo llaman los noruegos, as-
ciende en apenas 20 kilómetros un desnivel de 866
metros, lo que lo convierte en uno de los ferroca-
rriles de vía normal más empinados del mundo. El
trayecto, inaugurado en 1940 tras dos décadas de
trabajos, se ganó a pulso su reputación de proeza
técnica: 20 túneles perforados en la roca, la mayo-
ría excavados a mano, se suceden en un trazado
donde cada curva parece desafiar la gravedad.
Vagones clásicos del Flåmsbana
VIAJES
Vista del fiordo desde Flåm
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