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EL TREN DE FLÅM
Mientras el tren se adentra en estos pasadizos os-
curos, uno imagina a los obreros que pasaron años
tallando piedra a golpe de dinamita y pico. A la sali-
da de cada túnel, la luz revela un paisaje diferente:
prados con casas de madera pintadas de rojo, ríos
que bajan desbocados y montañas nevadas inclu-
so en verano.
El rugido de Kjosfossen
Uno de los momentos más intensos del viaje llega
cuando el tren se detiene junto a la cascada de
Kjosfossen. El estruendo del agua rompe cual-
quier intento de conversación. Más de 90 metros
de caída convierten al lugar en un escenario natu-
ral que no necesita decorado adicional. Durante el
verano, el espectáculo se enriquece con la apari-
ción de la “Huldra”, un personaje femenino del fol-
clore noruego que, entre música y danza, recuerda
a los viajeros que en estas tierras la naturaleza
siempre tuvo rostro de leyenda.
Observar la cascada desde la plataforma del tren
es una experiencia sensorial: la bruma moja el
rostro, el aire huele a roca húmeda y el estrépi-
to ensordece, como si el fiordo entero se hubiera
comprimido en ese punto.
La Huldra de la cascada y foto inferior la cascada de Kjosfossen
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