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Vista aérea de los paseos junto a las cataratas americanas
VIAJES
“En presencia del
Niágara, siento
que mi espíritu se
eleva, vigoroso
por la belleza que
inspira.”
Isaac Johnson
Las Cataratas del Niágara
son uno de los grandes
símbolos naturales del pla-
neta. Desde el lado cana-
diense, la imagen resulta
amplia, panorámica, casi teatral. En
cambio, al cruzar al territorio estadou-
nidense, la experiencia se torna más
cercana: senderos entre árboles, pe-
queñas islas en medio del río y mira-
dores al filo del abismo convierten la
visita en un encuentro directo con la
naturaleza. Allí no se observa única-
mente, se participa en el espectáculo
continuo del agua.
La caída es tan poderosa que genera
una llovizna constante que envuelve
al visitante, mientras se percibe el pul-
so incesante del río, que desciende
desde los Grandes Lagos como una
corriente viva que jamás se detiene.
Desde los rápidos que rugen aguas
arriba hasta la base de las cataratas,
el aire se impregna de partículas que
transmiten energía y alivio, un tónico
natural que se siente en el cuerpo.
El lado estadounidense te rodea de
todo: el ímpetu del caudal, el trueno
de la caída y la frescura de la bruma
acariciando la piel.
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