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VIAJES DE AUTOR
Entre el mar y el
desierto, Mauritania
guarda sus secretos
más antiguos: paisajes
que parecen detenidos
en el tiempo, rutas
que fueron arterias
del mundo y ciudades
donde aún se escucha
el eco de las caravanas
Entre el Atlántico y el Sahara, Mauri-
tania se extiende como un territorio
suspendido entre dos fuerzas bruta-
les: el mar y el desierto. Aquí no hay
medias tintas. Las dunas no terminan, las
ciudades parecen de otro siglo y el viento no
es un detalle: es el fondo constante. No es
un país fácil, ni lo pretende. Es seco, vasto,
radical. Ahí está su belleza. Pocos lo cono-
cen de verdad. Y quizá por eso aún guarda
algo raro hoy: autenticidad. No hay envolto-
rios turísticos. Hay ruinas que sobreviven a
la arena, oasis donde el tiempo se detiene,
caravanas que aún cruzan como antes. Y en
la costa, donde el Sáhara se corta, el océano
golpea playas vacías bajo cielos infinitos.
Este no es destino para quien busca como-
didad. Es para quien quiere ver lo que queda
cuando se borra el ruido. En las próximas
páginas, recorremos los circuitos más inten-
sos del país: las pistas de roca del Tagant,
los pueblos fantasmas del Adrar, las aguas
quietas del Banc d’Arguin, el estruendo del
Tren del Desierto. Este viaje no es una pos-
tal, es un viaje y una aventura real.
Foto: MP-Timinit
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