Page 118 - Traveling 71
P. 118
KZEN
Dim sum mixtos
Verduras salteadas
118 -
La participación de KZEN es un síntoma de su
apuesta por la excelencia y de su voluntad de abrir
la cocina tradicional a nuevos públicos. No es ca-
sualidad que año tras año, sus dim sum estén entre
los más recomendados por la crítica especializada.
La sala y el trato, claves de la ex-
periencia
La experiencia trasciende lo gastronómico. El ritmo
de la sala es pausado, el servicio cercano y muy
profesional. No es frecuente encontrar un equipo
de sala que domine la carta y recomiende sin in-
vadir, adaptándose al perfil del comensal, ya sea
primerizo o veterano. Aquí, los detalles importan y
el objetivo es que uno quiera volver.
La clientela, fiel a lo largo de los años, mezcla ma-
drileños de toda la vida, parejas jóvenes, familias y
viajeros que buscan autenticidad lejos de la cocina
asiática de moda. El ambiente favorece las sobre-
mesas largas y el disfrute sin prisa. Todo invita a
regresar.
Un clásico moderno en pleno
Madrid
La fidelidad a una idea, la calidad constante y el
respeto a la tradición son las señas de identidad
de KZEN. En estos veinte años, la ciudad ha vis-
to aparecer y desaparecer cientos de propuestas
asiáticas; muchas han sucumbido a la banalidad
de la fusión sin sentido. KZEN, en cambio, ha pre-
ferido evolucionar despacio, afianzar una clientela
que sabe lo que busca y no necesita florituras.
Hoy, la relación calidad-precio sigue siendo uno de
sus fuertes. La carta es amplia, honesta, sin modas
pasajeras ni ingredientes exóticos de escaparate.
La cocina japonesa, presente a través del sushi y
sashimi, se mantiene fiel al producto y al corte, y el
apartado de platos calientes brilla con luz propia.
En definitiva, KZEN celebra veinte años siendo,
sencillamente, lo que siempre ha querido ser: un res-
taurante donde se come bien, se está mejor y, sobre
todo, se vuelve. Su presencia en el festival del dim
sum es solo una muestra más de su compromiso con
la excelencia y la tradición.
Madrid necesita lugares así, capaces de recordarnos
que la cocina, como la vida, es cuestión de tiempo,
de honestidad y de respeto por lo esencial.
KZEN