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DISEÑO Y ARQUITECTURA
Comillas, en la costa occidental de Can-
tabria, es una localidad que, pese a su
tamaño modesto, ocupa un lugar des-
tacado en la historia de la arquitectura
española. A finales del siglo XIX, este enclave marine-
ro se transformó en un foco de modernidad gracias al
impulso de Antonio López y López, el primer marqués
de Comillas. Su ascendente carrera empresarial, vincu-
lada al comercio marítimo y a la creación de la Compa-
ñía Transatlántica, le otorgó una fortuna que destinó, en
parte, a embellecer su ciudad natal y hacer de ella un
refugio-balneario de las elites españolas tras el debut de
Comillas como lugar de veraneo del rey Alfonso XII allá
por 1881-1882.
Ese mecenazgo atrajo a algunos de los arquitectos más
influyentes del momento, entre ellos Domènech i Mon-
taner, Joan Martorell, Cristóbal Cascante y, de manera
decisiva, un joven Antonio Gaudí.
El marqués de Comillas y su entorno dieron lugar a un
conjunto patrimonial único en Cantabria: el Palacio de
Sobrellano con su Capilla-Panteón, la Universidad Pon-
tificia y, como una joya arquitectónica singular, El Ca-
pricho. Fue encargado por el indiano Máximo Díaz de
Quijano, un rico abogado afincado en Cuba, que además
era concuñado del Marqués pues su hermana Benita es-
taba casada con el hermano del Marqués. El encargo a
Gaudí llegó en 1883, cuando el arquitecto apenas con-
taba con 31 años.
Una obra temprana de Gaudí
El Capricho es una de las pocas obras de Gaudí fuera
de Cataluña, y pertenece a su etapa de juventud, junto
con el Palacio Episcopal de Astorga y la Casa Botines
en León. El edificio, terminado en 1885 por el arquitec-
to Cristóbal Cascante a partir de los planos de Gaudí,
muestra ya muchas de las claves que caracterizarían el
estilo maduro del arquitecto: la integración de la natura-
leza en la arquitectura, la importancia de la ornamenta-
ción como lenguaje simbólico y el uso imaginativo de las
formas tradicionales.
Aunque concebido como residencia privada, El Capricho
se erige como un laboratorio de ideas en el que Gaudí
experimenta con elementos que después perfeccionaría
en la Casa Vicens o en el Parc Güell. La combinación de
lo pintoresco con lo funcional, lo decorativo con lo estruc-
tural, convierte a esta obra en un ejemplo fundamental
para entender la evolución del modernismo catalán.
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