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Vista aérea de Voss y su impresionante lago
Hacia el oeste, el recorrido conduce a Bergen,
la ciudad hanseática que vive entre fiordos y
montañas, puerta de entrada al Atlántico. Ha-
cia el este, la vía se dirige a Oslo, la capital,
donde la modernidad arquitectónica convive
con museos y una intensa vida cultural.
El viaje de Flåm, así, no termina en Myrdal, sino
que se prolonga en cualquiera de estas direc-
ciones, como si los raíles se encargaran de en-
lazar la Noruega íntima con la urbana.
Voss, tierra de aventura
No muy lejos de este itinerario se encuentra
Voss, otra población que merece una pausa.
Conocida como la capital del turismo activo en
Noruega, Voss ofrece todo lo imaginable: des-
de vuelos en ala delta y parapente hasta rafting
en ríos impetuosos. Su lago y sus montañas
convierten al lugar en una meca para quienes
buscan adrenalina. Para el viajero que ha re-
corrido el Flåmsbana, Voss es la extensión na-
tural de un viaje que comenzó contemplativo y
puede terminar con un desafío físico.
Un viaje que queda en la
memoria
En poco más de una hora, el tren de Flåm con-
sigue condensar la esencia de Noruega: fior-
dos que parecen espejos infinitos, montañas
verticales, cascadas que rugen y túneles que
recuerdan el ingenio humano. Pero lo que que-
da en la memoria no son solo los paisajes, sino
la sensación de haber atravesado un territorio
donde la naturaleza sigue marcando el ritmo.
VIAJES
Cuando el tren se detuvo en Myrdal y cambié de convoy hacia
Bergen, llevaba conmigo una certeza: el viaje en el Flåmsbana
no es un traslado, es un relato. Uno que empieza en las aguas
tranquilas del Sognefjord, se eleva por los valles del interior y
deja al viajero en contacto con una Noruega que, entre fiordos
y montañas, parece no tener final.
Escenas noruegas entre montañas, ríos y pequeñas aldeas
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