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Detalle de la fuente y la pequeña capilla que existen en muchos de los patios
También el turismo rural ha redescubierto esta fórmula ge-
nuina. Muchos alojamientos en pueblos con historia, como
Priego de Córdoba, Carmona, Osuna o Ronda, restauran
antiguas casas manteniendo sus patios como el verdadero
alma del proyecto. Allí, el huésped no solo duerme: respira
otra cadencia, disfruta de la calma y se asoma a una forma
de habitar profundamente arraigada en la tierra y en el tiem-
po.
Una lección de
arquitectura popular
En un mundo dominado por la velocidad, la prisa y la es-
tandarización, las casas patio andaluzas recuerdan con su
ejemplo que otra forma de habitar es posible. Una forma que
no necesita climatizadores, ni grandes ventanales, ni tecno-
logías caras ni recursos innecesarios. Solo muros gruesos,
orientación sabia, sombra bien buscada, plantas, agua y el
sentido común de quien conoce su entorno. Un espacio con-
tenido donde la belleza nace del uso diario, y la armonía sur-
ge de la necesidad, no del capricho.
Porque el patio no es solo una estructura arquitectónica: es
una forma de mirar el mundo desde dentro, de crear comu-
nidad, de hacer del vacío un lujo cotidiano y silencioso. De
entender la luz no como un simple decorado, sino como una
materia viva y esencial. Por eso, en Córdoba y en toda Anda-
lucía, el patio sigue siendo el corazón de la casa y el alma de
una cultura: "Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla
y un huerto claro donde madura el limonero" A. Machado
DESTINOS Y ARQUITECTURA
Encalar las paredes para proteger las viviendas del calor
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