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VIAJES
Detalle de la Torre de los Moreno y recreación historica del "Ribadeo Indiano"
mejoras sanitarias y hasta participaron en la
construcción del cementerio municipal. Algunos
abrieron cafés, editoriales, imprentas o centros
culturales. Fueron mecenazgos silenciosos pero
duraderos, que cambiaron el rostro del pueblo y
también su ritmo.
La vida social de la villa se organizaba en torno
a estas nuevas casas: en sus salones se ofre-
cían veladas musicales, tertulias, reuniones de
asociaciones mutualistas, banquetes de bienve-
nida. El indiano no era solo un benefactor, sino
también un referente: alguien que mostraba que
el éxito personal podía —y debía— traducirse
en bienestar colectivo.
Un patrimonio vivo
Ribadeo ha sabido conservar ese legado con
dignidad. El barrio indiano ha sido protegido,
catalogado y promovido mediante rutas cultura-
les, materiales didácticos y una celebración po-
pular que ya es referencia: el Ribadeo Indiano,
que cada mes de julio transforma la villa en una
escenografía de época. Música cubana, bailes,
ambientación histórica, trajes blancos,
mercados coloniales… Durante unos días,
el recuerdo se hace presente, y el pasado
se celebra como futuro.
Hoy muchas de las casas indianas se man-
tienen habitadas, algunas funcionan como
alojamientos turísticos o centros cultura-
les, y otras aguardan restauración. Pero
todas ellas conservan el alma de quienes
las hicieron levantar. En sus portales aún
resuena el eco de un acento mezclado; en
sus jardines, la huella vegetal del otro lado
del mar.
Ribadeo, con su ría, su historia comercial,
su mirada siempre abierta, es más que una
postal costera. Es una lección de cómo el
viaje, cuando se hace con sentido, puede
transformar no solo al que parte, sino a
toda una comunidad. Las casas indianas
son su memoria construida. Y también su
forma de decir que el retorno no es volver
al mismo lugar, sino hacerlo mejor.
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