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VIAJES
Uno de los vehiculos de Nambiti Plains Safari para realizar las salidas
Vine a buscar el África de los relatos,
de los documentales, del imaginario
colectivo que nos enseñó a soñar
con acacias recortadas contra cielos
anaranjados y leones al acecho en-
tre la hierba alta. Y la encontré, sí,
pero de otro modo. La encontré más
cercana, más cálida, más silenciosa
y más real. La encontré en Nambi-
ti. Está ubicada en KwaZulu-Natal,
Sudáfrica. Es una reserva de 22,000
acres, unas 9.000 ha. con los "Cinco
Grandes" animales de África (león,
leopardo, elefante, rinoceronte y
búfalo) y más de 40 especies de
animales, incluyendo guepardos, ji-
rafas, hipopótamos, hienas, impalas
y cebras.
Una reserva que susurra
A pocas horas de Durban y algo más
de Johannesburgo, se extiende la
reserva privada de Nambiti: más de
9.000 hectáreas que han recupe-
rado su vocación silvestre tras dé-
cadas de uso agrícola y ganadero.
Aquí no hay colas de todoterrenos
ni mapas impresos en serie. Hay
terreno irregular, sabana abierta, co-
linas onduladas, bosques ribereños
y, sobre todo, vida. Nambiti es una
joya aún discreta, un safari de autor
donde el lujo se mide por la calidad
del silencio, la cercanía de la fauna y
la ausencia de artificios.
En Nambiti, el
lujo no es el
artificio, sino el
silencio intacto,
Instalarse en Nambiti Plains Lodge
es, literalmente, entrar en otra di-
la cercanía real
mensión. Las habitaciones, abiertas
con la naturale-
al paisaje, borran la frontera entre el
interior y el exterior. Uno se ducha
con vistas al amanecer, duerme con
la sinfonía lejana de los animales
za y la belleza salvaje de Áfri-
y desayuna viendo impalas pastar
bajo el restaurante. Pero más allá
ca, más próxi-
del diseño elegante y sostenible del
ma y verdadera
lodge, lo que marca la diferencia
aquí es el respeto. Hacia el entorno.
de lo que jamás
Hacia los animales. Hacia el visitan-
te. Hacia el silencio, la luz, la belleza
imaginé
salvaje que todo lo envuelve. Las ca-
bañas: elegancia en la inmensidad.
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