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MAURITANIA
Tren del Desierto: una
epopeya de hierro y
horizontes infinitos
Subir al Tren del Desierto no es un simple trayec-
to: es lanzarse a uno de los viajes más duros y
auténticos del mundo. Este coloso de hierro, que
puede alcanzar hasta 2.5 kilómetros de largo,
atraviesa Mauritania de este a oeste, transportan-
do mineral de hierro desde las minas de Zouérat
hasta el puerto atlántico de Nouadhibou. No fue
pensado para pasajeros, pero eso no ha detenido
a quienes buscan vivir el desierto desde dentro.
El punto de partida suele ser Choum, una esta-
ción perdida en medio de la nada. Desde ahí, uno
se sube directamente a un vagón de carga, sin
asientos, sin cabina, sin comodidades. Solo hie-
rro, arena y cielo. No hay más. Viajar en uno de
estos vagones abiertos es enfrentarse al viento
seco, al polvo que se mete en la piel, y a un si-
lencio que solo se rompe por el crujido del metal
sobre los raíles. Por la noche, el tren avanza bajo
un cielo que parece una cúpula sin fondo. Dormir
ahí, envuelto en mantas y estrellas, es algo que
no se olvida.
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