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MATARRAÑA
No cabe duda que la crea- ción de la plataforma ciudadana Teruel Existe supuso en 1999 un punto de inflexión en la historia
del territorio turolense, y el acierto en sus manifestaciones hacen que su efectividad siga vigente cinco lustros después. Esto es fácilmente detectable cuando se pone un pie en la comarca de Matarraña, que origi- naria del Bajo Aragón, limita con Tarragona y con Castellón. Se trata de una hermosa extensión de tierras que muchos han cata- logado como la “Toscana española”, apela- tivo, que por cierto, pudimos comprobar sin esfuerzo que no es del total agrado de sus hospitalarios habitantes. En cualquier caso, de lo que sí estamos convencidos es que Matarraña, gracias a sus propios y fascinan- tes atributos, es uno de los destinos rurales más interesantes de nuestro país. Sus pue- blos medievales y preciosamente bucólicos están dibujados por los pinceles de la his- toria y zambullidos en un crisol de épocas que nos hablan de un patrimonio artístico desconocido e invaluable. Algunos de ellos hacen parte del listado de los Pueblos más Bonitos de España y sus gentes, que según el color político de quien las describa hablan catalán para unos y “chapurriau” para otros, son conscientes del valor de su región como pocas veces hemos visto. Sin arrogancia ni nacionalismos, con cabeza pensante y uni- das en pro de hacer de este destino un lugar que respeta la naturaleza y al viajero, que se aleja de la masificación turística y que protege sus tradiciones y productos locales, Matarraña es un caso rural de éxito en diver- sos aspectos. No obstante, como lo que nos atañe en esta sección de la revista es la ar- quitectura destacamos a continuación cinco lugares imperdibles para cualquier visitante:
Plaza Mayor y el Ayuntamiento
Una pequeña ermita levantantada sobre un pasadizo
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